AQUEL CINE DE VERANO

            Antes de convertirse en mi cine de verano, en mi Terraza favorita, en mi Terraza Cervantes, era una hermosa huerta con entrada en rampa por la calle Canalejas. Haciendo pared con el edificio de estilo colonial de los Juzgados cuya separación era una frágil malla de tela metálica cubierta por completo de bellas y fragantes rosas pobladas por centenares de multicolores mariposas que los chavales tratábamos por todos los medios atrapar. El hortelano o dueño de tan entrañable vergel era un musulmán cuyo nombre ya olvidado con el paso de los años, aparte de labrar la tierra, complementaba su economía con la venta de carbón y cisco tan necesarios en aquellos años de penuria económica y de cartilla de racionamiento.
          En mitad de la huerta, con su necesaria y práctica garrucha de gruesa soga y atado a ella un viejo cubo, emergía el inconfundible pozo bienhechor y máximo responsable de la fecundidad de aquel oasis.  La abundante y fresca agua no solo regaba la huerta, sino que abastecía de tan apreciado y necesario elemento a todos los vecinos del barrio en aquellos años de escasez.
         Cuando dió comienzo la transformación de tan emblemática huerta en lo que meses después sería un maravilloso cine de verano, el barrio entero sufrió una convulsión pacífica pero exultante. Todos estábamos interesantísimos por esa obra.  No pasaba día en que numerosos vecinos se asomasen a presenciar el ir y venir contínuo de los obreros. Poco a poco veíamos la tranformación que la ya desaparecida rampa de acceso se había convertido en unas amplias gradas extendidas desde la pared limítrofe del Juzgado hasta el edificio adyacente donde residían Cati la modista, Ramón el funcionario judicial o Paco el carpintero..
          Por fín, un caluroso día del mes de junio del año 1.951, asistimos a ver hecho realidad aquel proyecto.  La primera película: Currito de la Cruz, de la Casa Cifesa. Fecha y datos inmortalizados en un bello azulejo situado en el amplio y ajardinado vestíbulo de la segunda entrada por la calle Álvarez.
         La noche de la inaguración, todo el barrio era una fiesta. El nuevo cine con su blanca fachada y el color verde de sus puertas y taquillas parecía un hermoso cortijo.  A ello se unía la luz de las bombillas de los diversos carrillos de "chuches" para hacer más amena la proyección mediante pipas, garbanzos tostados, altramuces, chufas y otras golosinas.  El de la señora Josefa era sin dudar el mejor surtido.  El gentío, sobretodo de gente menuda, era fenomenal. La entrada " 3 Pts ".  Los fotogramas de las películas próximas a proyectarse colocados sobre los portalones de acceso daban el tono de gran espectáculo. Nuestras mentes infantiles prestas a ingeniar la manera de poder "colarnos"  por carecer de dinero para la adquisición de la correspondiente localidad.
            La pantalla situada justo tapando el Edificio del Juzgado. Los potentes altavoces situados tras ella, nos permitía seguir mediante audio el desarrollo de la película desde las calles adyacentes. La entrada por Canalejas facilitaba el acceso para todos sus moradores y lo de calles Ramón y Cajal, Tetuán, Juego de Bolos, Estrella, Sevilla, Recinto, etc. Aunque por motivos económicos o prácticos éste acceso pronto fué suprimido y su empleo se dedicó exclusivamente sólo a facilitar la salida del público al final de cada proyección. Así ahorraron portero y taquillera. Quedó como única entrada  la de la calle Álvarez. Una calle cuyo inicio era entre el Colegio Lope de Vega, que ocupaba por completo todo su lateral izquierdo y en la parte derecha, en su inicio, el edificio donde en sus bajos estaba el entrañable Bar El Nieto. A continuación conforme su subía al cine, una carnecería donde se podía adquirir carne de ballena procedente de la factoría situada pasado Benzú. Acude a mi mente el recuerdo de mi buena amiga Catalina Ruiz Galán, cuya abuela se esmeraba en prepararle los buenos filetes de tan peculiar mamífero en las mas diversas combinaciones con el fín de hacérselo más apetecible, ya que Cati le ponía reparos, pues a su entender que ni carne, ni pescado, se le aplicaba a "ni chicha, ni limoná".




continuará....