24 diciembre 2009

EL PUERTO (Continuacion)

Recuerdos de Ceuta ( años 1.950-1.960 )

Pasado el Puente y los Jardines de San Sebastián, por unas amplias escaleras accedemos al Muelle de Pescadores o del Comercio. Es el mas sencillo y humilde, pero al mismo tiempo es el más querido de nuestros muelles. A la derecha, el varadero donde se reparan los pesqueros averiados. Practicamente es su comienzo, la caseta de los carabineros o guardamuelles similar a la situada en el Muelle de España. La parada de motocarros. Una falsa puerta que da acceso a un pequeño llano que sirve de aparcamiento a los vehículos y un sin fin de pequeñas embarcaciones. Redes y utensilios de pesca nos rodean por todas partes. Frente a nosotros se presenta un edificio de dos plantas y buhardilla, de forma casi cuadrada. Tres portalones forman el porche. El central con escaleras es la entrada, entramos en el Hogar del Pescador. El bar tipicamente marinero que sirve como punto de reunión antes de salir a la mar o bien sitio de protección en los dias desapacibles que recomiendan quedarse en tierra. A su lado, un edificio de una sola planta , alargado y con ventanales estrechos que sirve de almacén y de provisional lonja. Mas adelante rocas y mas rocas que ponen fin a éste muelle. Rocas que serán el principio y base de la prolongación del futuro y moderno muelle. Aún han de pasar unos años para que se construya la lonja de venta del pescado y otros más para la prolongación y construcción del muelle en dirección hacia el de España. Aunque ya está el buzo trabajando en ello y cuyo trabajo es seguido con enorme interés por los numerosos espectadores que contemplan espectantes como desde una pequeña embarcación, dos hombres no paran de darle vueltas a un artilugio y que gracias a él, se le está administrando oxígeno al buzo que se encuentra trabajando bajo la superficie del mar. Mientras dura la obra de prolongación del muelle, en las rocas, los chavales solemos ir a coger cangrejos mediante un cordel y una carnada para atraerlos.
En las primeras luces de la mañana, cuando los barcos pesqueros descargan sobre el firme del muelle el fruto de la noche anterior, el pequeño puerto pesquero es un hervidero humano. Su suelo se convierte en lonja donde se subasta el fresquísimo pescado que dentro de un rato podremos adquirir bien en el Mercado Central, bien en el Patio de la Tahona o en el callejón del Peligro. Asistir a la subasta de pescado, es digno de presenciar en la vida de cualquier caballa que se digne ser amante del mar y de su gente. Es un espectáculo único.
Subiendo por la pendiente que nos lleva al Paseo de las Palmeras, siempre por su amplia y cómoda acera y siempre acompañdos por el mar que baña los piés de dicho paseo, atravesamos el Puente del Cristo y enfilamos la bajada hacia el Muelle de España. Es el más carismático de nuestro puerto. Lo preside justamente en su centro el singular edificio de la Junta de Obras del Puerto. Es un edificio modernista del arquitecto José Blein, el autor también de la estación de autobuses del Paseo de Colón.
El Muelle de España es todo trajín y actividad. Es el muelle comercial por excelencia. Enormes gruas cargan y descargan las mercancias de los barcos surtos en él y que nos la traen de ultramar. Cuatro grandes almacenes son incapaces para albergar tanta carga y mercancias, por consiguiente, parte de ella queda sobre el suelo del muelle cubierta por grandes e impermeables toldos. Las dos enormes gruas encargadas de tal menester no paran ni un sólo momento. Todo es febril actividad. Estas gruas fueron barridas como simples papeles y arrojadas al mar en un día de fuerte vendaval. El fortísimo viento de levante las hizo deslizarse por sus railes como trenes a gran velocidad. Ambas cayeron casi a la vez al agua. Fué un auténtico milagro que no ocurriesen desgracias personales.
El Muelle de España es el principal muelle de viajeros. Cada tarde y si el tiempo no lo impide, a las cinco, cual hora taurina, llega y atraca "La Paloma". Es la embarcación que cubre la linea Ceuta-Algeciras. La popular "Paloma" es un pequeño, blanco y entrañable barco. En realidad se llama Ciudad de Ceuta. Su silueta es inconfundible para los caballas. Todo pintado de color blanco y resaltando su puente de mando de madera barnizada de marrón oscuro, resaltando sobre él, cuatro blancos salvavidas. Su característica chimenea y sus dos mástiles que con sus correspondientes garruchas izan y sacan del fondo de su bodega, no sólo las mercancias, correspondencia y otros menesteres, sino también los pocos vehículos de motor que han viajado a través del Estrecho. Mediante una red, en cuyo interior se situa el vehículo, es izado y depositado con sumo cuidado en el firme suelo del muelle. Los viajeros descienden por una pequeña y estrecha pasarela justo al lado de la vía del tren, donde un vetusto ferrocarril los llevará a la estación situada a la altura de las Puertas del Campo y desde allí, emprender viaje hacia Tetuán. La chirriante y humeante máquina locomotora con su silbido característico indica su próxima salida. Los escasos pasajeros se apresuran a subir al tren. La mayoría se quedan en la ciudad. Muchos años mas tarde, éste vetusto tren, fué sustituído por un entonces moderno y rápido autovía, llamado también automotor, que constaba de dos unidades y que empleaba como combustible el gas-oil. Hacía el trayecto mucho mas cómodo y rápido.
Así mismo, la entrañable y popular "Paloma" cedió su lugar a dos modernos transbordadores llamados Victoria y Virgen de África respectivamente, que partían y atracaban en la parte occidental del Muelle de España, con las ventajas y comodidades de los nuevos buques, entre ellas el menor tiempo en la travesía del Estrecho. Se unía la novedad de la entrada y salida de vehículos y carga, que se efectuaba por la popa de dichos buques mediante una rampa móvil situada en el firme del muelle y que actuaba como puente levadizo. Fué todo un acontecimiento. El precio del billete del pasajero se elevó a la cantidad de 40 pesetas. Poco mas tarde, se construyó una aparente estación marítima con una pérgola para preservar de la lluvia.
Como anécdota, hay que recordar, que el transbordador Victoria, sirvió como restaurante marítimo en el ágape que se ofreció a las invitados en la boda del popular Pepe Remigio. Con toda seguridad, la boda más sonada en la historia de nuestra Ciudad.


(continuará)

1 comentario:

  1. Mari carmen8:26 p. m.

    Animo paisano, sigue escribiendo así que nos ayuda un montón. Mari Carmen

    ResponderEliminar